viernes, 27 de agosto de 2010

Hasta Cuándo viviremos asustados?



Escrito por Bienvenido Heredia

La población dominicana, y muy particularmente la barahonera, vive su cotidianidad en un constante temor de ser agredida indefensamente por jóvenes delincuentes. A diario ocurren atracos en el día, en la noche y en la madrugada. Ya no hay un solo sector o barrio con la seguridad necesaria para convivir con la familia.


Los delincuentes se mueven, se desplazan, actúan con la mayor tranquilidad que exige su oficio. Mientras que la ciudadanía se quiere mover igual, pero no puede, mejor dicho, no podemos. Nos tienen atrapados entre rejas y caminando con nerviosismo. No importa dónde usted se encuentre, aún sea en su propia casa, hasta allí llega la mano libre de la delincuencia, que ya es común.


Antes la delincuencia tenía nombre propio, porque eran muy escasos los atracos, robos de passolas, agresiones con armas de cualquier calibre. Incluso antes, hace unos meses todavía, los roba-passolas acechaban a sus víctimas en zonas oscuras, ahora, hoy, ya no importa el lugar ni la hora.




Hay una banda (o varias) que persigue a sus víctimas hasta el frente de sus casas y cuando se disponen a entrar, las encañonan y se llevan tranquila y sosegadamente el fruto de su trabajo: passola, motor, celular, prendas, dinero, y muchas veces, se han llevado con ellos la vida del desgraciado o desgraciada que se metió en su camino.


Así como suena, se metió en su camino, porque somos los ciudadanos quienes debemos andar ocultándonos para que ellos no nos vean. Ellos se pavonean frente a nosotros y frente a las autoridades policiales y judiciales, frente a todo el mundo, con la mayor de las arrogancias.
Hay otras bandas que tienen otro método: van dos empujando un motor supuestamente dañado, pero encendido, y cuando están cerca de su víctima, entonces sacan un arma y lo encañonan, el que se resiste recibe uno o varios disparos en una pierna o, sencillamente, en la cabeza.


A la gente le consta que las autoridades policiales saben exactamente donde tienen esas lacras sociales sus centros de operaciones, donde guardan los artículos robados, donde están los puntos de drogas para el intercambio. Saben también los nombres y alias de muchos de ellos, el color de su piel, conocen su cara, conocen hasta los vehículos en que se movilizan para cometer sus crímenes.


Me van a decir a mi que no es posible iniciar una batida seria contra los delincuentes y sus nidos, nichos o guaridas de fechorías?


Creo, sin ánimos de trazar pautas, que la Policía Nacional debe elaborar un plan de acción conjunta, en coordinación con las Fuerzas Armas, específicamente con el Ejército Nacional, meterse a esos barrios seguros, pero seguros de que ahí están operando los delincuentes, que se mueven en grupos de dos, de tres o de cuatro, no más, aunque formen parte de una banda más numerosa.


Ojalá nuestras autoridades aplicaran aquí una estrategia parecida a la que aplicó el ex-alcalde de Nueva York, Rudolph Gulliany a finales de la década del 90, la llamada Estrategia Policíaca Número Cinco, con la cual se propuso reclamar, que es lo mismo que recuperar, los espacios públicos de Nueva York. Limpió esa ciudad de puntos públicos de droga y disminuyó el crimen.


Creo también que los ciudadanos podemos imitar a un movimiento cívico ubicado en 13 países llamado Avaaz.org, el cual ha realizado varias campañas internacionales a favor de la vida y el medio ambiente, utilizando el internet para recoger firmas en el mundo. Avaaz a llegado reunir cientos de miles de firmas en decenas de países, logrando mover la voluntad y la acción de varios presidentes del mundo, reclamando vida.


Se hace urgente la presión de todos, antes que el País se nos convierta en un pasillo hacia la degeneración y la muerte. Las autoridades pueden, nosotros podemos, sólo debemos tomar la decisión y… actuar.